lunes, 11 de mayo de 2009

Polvo de ángel

Muchos hablán de alimentarse de emociones. Estamos sedientos de emociones porque nunca hemos vivido algo que realmente sacie ese hambre. Es triste, porque nos damos verdaderos atracones de nada. Vivo “ahogado en un mar de coños” que ni he buscado. Me he dado cuenta de que hay mucha gente como yo, con el mismo problema: Amo a todo el mundo, pero soy incapaz de quererme a mí mismo.

Las emociones son como las drogas. Son una gran experiencia digna de vivir, pero son muy peligrosas. Las hay de las que puedes probar cada noche, una compañera de cama distinta, pequeñas emociones intensas, de las que provocan descargas importantes en el cerebro y en otros órganos, pero tan fugaces que se extinguen como meteoritos en la atmósfera… de las que antes de tocar el suelo, ya se han desintegrado, y al final solo queda un polvo… flotando en el aire.

Luego tienes la heroína y su homólogo en esta metáfora, y en cualquier caso, en todas las peliculas lo ponen como la mejor sensación, pero también como aquello que destruye a una persona.

Encuentra tu dosis. Disfruta del viaje.

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