martes, 25 de agosto de 2009

¡Por las bolas de Galileo!

Hoy, hace 400 años el científico Galileo Galilei inventó el telescopio, solo teneis que mirar la pantalla inicial de Google que rápidamente ha dedicado su logo a este desubrimiento. Aun así, en lugar de hablar sobre la importancia del telescopio, comentaré la relación de Galileo con sus bolas.

Nuestra historia empieza con un Galileo Galilei de 17 años que vivía con su devota familia cristiana en la ciudad de Pisa. Un domingo, en la iglesia, Galileo no podía prestar atención a los rezos, porque no podía dejar de observar el candelero que pendía encima de él, y oscilaba de un lado a otro por la brisa que se colaba en el edificio.

A veces el candelero se movía en un arco corto, otras en un arco largo, pero parecía que tardaba el mismo tiempo en realizar el arco, fuera largo o corto. ¡¿Que raro, no?!

Conforme terminó la misa, Galileo corrió a su casa y colgó diferentes bolas a los extremos de unas cuerdas. Vio como las cuerdas cortas tardaban menos en realizar sus oscilaciones que las cuerdas largas, pero al probar pesos distintos en una misma cuerda... ¡Tardaban lo mismo en oscilar! Es decir, para una misma longitud de cuerda, la masa no afectaba en absoluto. (Principio del péndulo)

Años más tarde, cuando acabó su formación universitaria, Galileo hizo experimentos dejando deslizar bolas por un surco pulido en unos tablones de madera levemente inlcinados, observando que independientemente de su masa, los cuerpos descendian con la misma aceleración. ¡Por todas mis bolas! -exclamó Galileo. A través de estos experimentos, llegó a predecir con exactitud el movimiento de una bala al ser disparada por un cañón. ¡Pero si no se había descubierto aun la gravedad! ¿O sí? ¿No acababa de hacerlo él mismo?

Si, si, ya se que casi un siglo después un tal Isaac Newton vió todo este trabajo y se le ocurrió definir la gravedad, pero no fué pionero en utilizarla en sus fórmulas matemáticas. El tio molaba por sus trabajos en los que define las leyes de la dinámica, y también hizo grandes trabajos en el campo de las ondas y la luz (con las lentes de Galileo), pero no le tendremos en cuenta que unos siglos más tarde Albert Einstein demostrara que Isaac estaba equivocado, el tio seguía molando.

Aunque para entonces, Galileo ya era de la Vieja Escuela.

sábado, 15 de agosto de 2009

Responsabilidad basura

En la oficina del sindicato de operadores de cine, Tyler se echó a reír cuando el presidente del sindicato le arreó un puñetazo. El puñetazo le hizo caer al suelo y Tyler se sentó apoyado en la pared y riéndose:
—Adelante, no puede matarme. —Tyler se reía.
»Gilipollas. Tal vez me saque la piel a tiras, pero no se atreverá a matarme.
Tiene demasiado que perder.
Yo no tengo nada.
Usted lo tiene todo.
Adelante, pégueme en el estómago. Déme otro puñetazo en la cara. Hágame saltar los dientes, pero no deje de pagarme el sueldo. Rómpame las costillas, pero si se olvida una sola vez de pagarme, haré público lo ocurrido y usted y su sindicato se hundirán con los pleitos de todos los dueños de cines, distribuidores de películas y mamaítas cuyos hijos tal vez vieran una erección durante la proyección de Bambi.
—Soy escoria —dijo Tyler—. Para usted y el resto del puto mundo, soy escoria, basura y un loco —le dijo Tyler al presidente del sindicato—. No le importa dónde vivo ni lo que siento, ni lo que como ni si alimento a mis hijos o si le pago al médico cuando me pongo enfermo. Y sí, soy estúpido y pusilánime y estoy aburrido, pero sigo siendo responsabilidad suya.

domingo, 2 de agosto de 2009

¡Olee!




¡Oleee! ¡Que arte! ¡Que poderío! ¡Un maestro como Dios manda!

El maestro que vemos en la foto pasó tres días sin comer antes de salir al ruedo, y cuando lo hizo, estaba obviamente mareado tanto por el hambre como por los mugidos de miles de animales salvajes que ¡menos mal! estaban encerrados tras los muros de madera de la plaza, en lo que ellos llaman "gradas". Él era un preso obligado a combatir contra un animal.

El animal que tenia enfrente no parecía amenazador, pero portaba una capa y un arma. No era un animal fuerte, teniendo en cuenta el resto de animales con los que se había topado antes el maestro, pero este especimen parecía ágil. La capa era de un color magenta fuerte, técnicamente perfecta para distraer la atención del preso debido a su disposición genética, y el arma era afilada para atravesar mejor su grueso pelaje y rajar sus carnes.

Como es habitual, el animal agita su capa para distraer al preso, y por cada pasada errada, los miles de animales en las gradas mugen a coro. El preso se agota y el animal aprovecha su momento de bajeza para clavarle el arma. Pero en esta ocasión hemos visto una actuación estupenda: Cuando el animal esperaba tras su capa de confusión otra pasada a ciegas del preso, este ha conseguido ignorar el hambre, el miedo el arma, el público, la sed de sangre, las heridas, y la capa que le distrae, y ha embestido directo contra su oponente, corneándolo en el abdomen mientras sacudía su cuerpo agonizante. El animal no murió, ya que rapidamente sus compañeros fueron a auxiliarlo, por lo que no permaneció mucho tiempo en igualdad de condiciones con el maestro y se le impidió acabar la magistral faena que estaba realizando.

¡Queremos las orejas y el rabo! ¡Queremos las orejas y el rabo!

Hay un semental menos en los programas del corazón. Por desgracia no habrá uno más en el corral.

Conclusión: Menos hembras transgénicas (u operadas) siendo folladas como animales.