domingo, 2 de agosto de 2009

¡Olee!




¡Oleee! ¡Que arte! ¡Que poderío! ¡Un maestro como Dios manda!

El maestro que vemos en la foto pasó tres días sin comer antes de salir al ruedo, y cuando lo hizo, estaba obviamente mareado tanto por el hambre como por los mugidos de miles de animales salvajes que ¡menos mal! estaban encerrados tras los muros de madera de la plaza, en lo que ellos llaman "gradas". Él era un preso obligado a combatir contra un animal.

El animal que tenia enfrente no parecía amenazador, pero portaba una capa y un arma. No era un animal fuerte, teniendo en cuenta el resto de animales con los que se había topado antes el maestro, pero este especimen parecía ágil. La capa era de un color magenta fuerte, técnicamente perfecta para distraer la atención del preso debido a su disposición genética, y el arma era afilada para atravesar mejor su grueso pelaje y rajar sus carnes.

Como es habitual, el animal agita su capa para distraer al preso, y por cada pasada errada, los miles de animales en las gradas mugen a coro. El preso se agota y el animal aprovecha su momento de bajeza para clavarle el arma. Pero en esta ocasión hemos visto una actuación estupenda: Cuando el animal esperaba tras su capa de confusión otra pasada a ciegas del preso, este ha conseguido ignorar el hambre, el miedo el arma, el público, la sed de sangre, las heridas, y la capa que le distrae, y ha embestido directo contra su oponente, corneándolo en el abdomen mientras sacudía su cuerpo agonizante. El animal no murió, ya que rapidamente sus compañeros fueron a auxiliarlo, por lo que no permaneció mucho tiempo en igualdad de condiciones con el maestro y se le impidió acabar la magistral faena que estaba realizando.

¡Queremos las orejas y el rabo! ¡Queremos las orejas y el rabo!

Hay un semental menos en los programas del corazón. Por desgracia no habrá uno más en el corral.

Conclusión: Menos hembras transgénicas (u operadas) siendo folladas como animales.

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